sábado, 23 de diciembre de 2017

Conociendo A Alguien


Hay momentos en que me siento muy torpe y tonta. 
Y es que, en ocasiones, no sé cómo actuar delante de cierta persona.
Hace unos meses, desde que frecuento cierto lugar, conocí alguien. 
Y me tiene... 
¡¡Ay, cómo me tiene!! 
Desde el primer momento en que le vi me quedé fascinada, me cautivó. 
Sus ojos, su sonrisa, su forma de ser,
 de expresarse, su sencillez, la luz que irradia... 
No lo sé, son tantas las cualidades que posee...
Todo este tiempo ha influido mucho en mi,
ha sido una fuente de fuerza y motivación.
Sin embargo, al estar a su lado toda yo tiemblo,
me pongo nerviosa, sonrío como una tonta cada vez que le miro
y solo quiero estar a su lado, tener su compañía en cada instante y,
cuando pasan varios días sin verle, le echo a faltar.
No dejo de pensarle, incluso sueño con esta persona;
cada vez que le veo, el corazón me da un vuelco,
todo se remueve en mí.
Hemos quedado en alguna ocasión, a solas,
y me ha parecido estar como en un sueño.
A su lado el tiempo parece tener alas,
 las horas pasan sin apenas darme cuenta.
Me encanta su compañía, compartir esos momentos,
aunque escasos, los vivo de forma intensa.
Hay algo, no sé el qué...
que me atrae una y otra vez...
Por circunstancias, hemos estado un tiempo sin vernos,
no hemos coincidido y, no ha sido fácil sobrellevarlo.
Todos los días esperaba que apareciera en cualquier momento pero no era así.
Mi decepción y desesperación cada vez era mayor.
¡¡Ansiaba verle!!
 
Un día,
después de más de un mes deseando verle,
apareció.
Se presentó por sorpresa y...
¡¡vaya que si me la llevé!!
Nada mas verle aparecer, mi rostro se iluminó
y no podía dejar de mirarle ni de sonreír.
Me puse nerviosa, no sabia qué decirle, de que hablar...
y cada vez que se me acercaba...
¡¡Ay, Dios mio, me temblaban las piernas de tenerle tan cerca!!
Me miraba con esos ojitos tan grandes y lindos que tiene que...
 me desarma, me derrite...
Hace mucho, muchísimo tiempo que no siento nada parecido
a lo que despierta esta persona en mí.
No encuentro palabras para describir todas las sensaciones
que recorren mi cuerpo en esos momentos.
Nadie imagina lo nerviosa que me puse,
tanto que entré en pánico y salí huyendo,
me inventé una excusa para irme
(a pesar de mis ganas y deseos por tenerle a mi lado).
Me acompañó hasta la salida e insistió en volver a quedar.
Quería verme otra vez.
 Le dije que si, que en breve, le llamaría y quedaríamos.
De pronto todo me daba vueltas, necesitaba aire,
conseguir calmar mis nervios cuanto antes y me fui.
Cuando salí de allí estaba como en una nube y tenía el corazón acelerado.
A los pocos minutos, me sentí como una imbécil,
como una auténtica estúpida por haber actuado así.
Llevaba tantos días deseando verle y cuando, por fin, está allí...
me asusto de aquella manera.
¡¡Seré tonta!!
Pero...
¿Qué me está pasando?
Por una vez en la vida me gustaría ser valiente y dar el paso,
aventurarme a decirle todo lo que causa en mi,
 pero no me atrevo.
Siento miedo.
Dudas.
No sé si esta persona está receptiva o solo quiere una amistad.
Me desconcierta.
No sé leer sus señales.
A veces siento que sí y otras parece que me huye.
Una vez me dijo que: "cuando le miraba, le intimidaba"
y a la vez me busca.
Yo...  ¿Yo le intimido?
¡Ja! Madre mía, si supiera... ainsss...
¡¡Me está volviendo loca!!

domingo, 17 de diciembre de 2017

Terminando el año


¡¡Vaya semanitas!!
Menos mal que ésta es la recta final y descanso unos días hasta pasar Reyes. 
Los estudios me llevan de cabeza, muy tensa y nerviosa. 
Un respiro no le viene mal a nadie, ¿verdad? 
Las clases están yendo bien, aprendo, practico, tomo confianza, 
me relaciono con mis compañeros y afronto situaciones 
que me dan vergüenza y pudor. 
Desde muy pequeña me ha costado desvestirme delante de gente 
y sigue siendo así, sin embargo con este curso, 
estoy dando pasitos. 
No es necesario quitarse toda la ropa. 
Practicamos entre nosotros los masajes y vamos por zonas. 
Parte superior o inferior… y con una toalla 
tapamos la que se queda al descubierto y no vamos a trabajar. 
Lo admito. 
Lo paso mal. 
Pero una vez metida en materia, 
me olvido de todo y me centro en lo que tengo que hacer y/o han de hacerme. 
He conseguido crear como una especie de barrera, 
por llamarlo de algún modo, profesional. 
Y me lo tomo muy en serio. 
No soy yo, no es mi cuerpo.
 Respiro, me relajo. 
También está el hecho de que tengo cierto rechazo al contacto físico.
Otro tabú para mí. 
Me cuesta tocar a los demás y me avergüenza que me toquen. 
Tengo muchos complejos a la vez que carencias afectivas. 
Así que imaginad el cóctel. 
 En fin... hay que seguir luchando,
siempre hacia adelante y afrontando miedos
en busca de un futuro mejor. 

jueves, 9 de noviembre de 2017

Yo, ya no soy esa persona


"¿Alguna vez te sucedió que alguien te hablara como si fueras alguien que ya dejaste de ser?

Luego de un tiempo de esfuerzo sostenido en trabajar internamente con tus rasgos más difíciles... Luego haberte muerto por dentro a lo que ya no te servía, y haber renacido... Luego de asumir tus miserias y ponerles dedicación para transformarlas, haciéndote cargo de ellas... 
Y, sin embargo, alguna persona (y quizás muy cercana!) le habla a alguien que ya no está allí, en tu interior. Y quisieras decirle, haciendo señas como para despertarle de un hechizo hipnótico: “¡Hey!, ¡Yo ya no soy esa persona!”.

Y a veces resulta como hacerles señas a un ciego...

Es doloroso, ¿verdad? Genera impotencia, y, muy frecuentemente, de poco valen tus intentos para que el otro comprenda que tu identidad ya no es esa: como dice las Tradiciones de Sabiduría, la identidad de cada ser humano está regida, como toda la realidad, por una ley de impermanencia.

Todo cambia.

Todo se transforma.

Y en nosotros está que se transforme hacia arriba o hacia abajo, evolucionando o bien retrogradando... (Sí: nuestra evolución no depende de “lo que la vida nos haga”, sino de nuestra actitud para aprovechar todo lo que nos suceda, haciéndonos a nosotros mismos.)

La complejidad de nuestra especie provoca que nos movamos en este mundo, más que en contacto con lo que es, vinculándonos, en cambio, con imágenes que construimos sobre lo que es.

Y esto puede ser tan mecánico que uno quede imposibilitado de ver eso que verdaderamente es: le superponemos imágenes y emociones, tal como lo hace un proyector de diapositivas. Volcamos en esa persona viejas imágenes que tenemos de ella. (Ni hablar de que también proyectamos asuntos irresueltos de nuestro pasado, y además rasgos propios, de nuestra Sombra psicológica, que no asumimos como nuestros!...)

Así, en lugar de relacionarnos de verdad con un otro real, terminamos estableciendo vínculos ficticios, pues... el otro está en la misma situación: ¡Dos seres humanos intercambiando rancias imágenes, como cuando de niños hacían trueques con figuritas o estampitas!...
Se trata de una discapacidad vincular, tan común que, por ser una discapacidad invisible, la tomamos como “normal”, y etiquetamos vínculos muertos como “mi amigo”, “mi marido”, “mi novia”...

La mayoría de la gente se queda medianamente tranquila con esto. Pero quien ha comenzado a despertar, no. Esa mediocridad vincular le quema, día a día.

Esta circunstancia, ¿tiene solución?

Sí. Pero es trabajosa.

¿Querrás intentarlo?

Se trata, primero, de investigar en nuestra propia interioridad qué imagen uno tiene de sí mismo. Porque el fenómeno de relacionarse con imágenes no sólo se da con los demás, sino también intrapsíquicamente. Es un logro fundamental en el trabajo sobre sí llegar a contactar con algo interno que no es impermanente: algo mucho más hondo que las diversas autoimágenes con que nos referimos a nosotros mismos.

Esta constatación interna de que no soy esas imágenes que he creído como “yo”, disuelve las fantasmagorías que hemos fabricado sobre nuestra identidad. La guía esencial es una pregunta: “¿Quién soy realmente?” Si parto de la base de que no soy como, desde mis condicionamientos, imagino ser, ni soy las imágenes que otros proyectaron sobre mí, y que una y otra vez he asumido como propias, esa pregunta va teniendo respuestas. Respuestas no-intelectuales, sino de una calidad vivencial inequívoca.

La autoobservación, la Conciencia-Testigo de la que hablan las Tradiciones de Sabiduría, es la herramienta clave.

Y sólo si puedo hacer contacto, poco a poco, con quien realmente soy, lograré entonces hacer contacto con quien el otro realmente es. Podré ver qué imágenes proyecto en él. Podré disuadir en el otro, quizás, las imágenes que tenga de mí.

Si ese maravilloso fenómeno vincular no se produce, los seres humanos experimentamos algo nítidamente doloroso: hambre de intimidad. Y procuramos saciar ese hambre de múltiples formas erróneas. Millones de personas nacen, viven y mueren sin haber experimentado esa intimidad que, desde nuestra esencia, todos anhelamos.

Como ves, el primer paso para acceder a ese tipo de contacto vincular, es comenzar a relacionarnos desnudamente con nosotros mismos.

Puede ser doloroso.

Puede ser intrincadamente trabajoso.

Pero quizás sea una de las cosas más bellas que una persona pueda hacer en este mundo: estar en comunión consigo mismo, y, desde allí, quizás vivenciar la comunión con otro, más allá de las viejas imágenes.

Te deseo que puedas. Pero, sobre todo, ¡te deseo que quieras!".

VIRGINIA GAWEL

Ilustración Leonid Afremov

(Fuente: Psicóloga emocional, Ciara Molina)

jueves, 2 de noviembre de 2017

Primeros exámenes


¡¡Vaya semanitas de nervios!! 
Llegaron los primeros exámenes y no conseguía concentrarme, 
no he podido pasarlo peor.
Ha sido una auténtica pesadilla.
Y, es que en los últimos tiempos, no sé qué es lo que me ocurre 
pero me cuesta retener información, no consigo recordar las cosas. 
Y ponerme a estudiar todos días y sentir cierto rechazo y, además,
no conseguir quedarme con el temario, es muy frustrante.
 ¡¡Qué mal se pasa y la de horas que hay que echarle!!
Si al menos recordara las técnicas de estudio que utilizaba cuando iba a FP...
ya sería otra cosa, me fueron muy bien en aquel entonces,
claro que por aquella época andaba mucho mejor de memoria
y tenía una compañera de estudios fabulosa que me ayudaba muchísimo.
Ahora me distraigo con más facilidad,
mi déficit de atención es mayor y se me hace más cuesta arriba,
aunque lo intento y le pongo empeño.
Pero los nervios y la ansiedad te juegan malas pasadas.
Los días previos los pasé muy alterada y hasta tuve pesadillas.
El día de los exámenes, tanto teórico como práctico, me temblaban hasta las piernas.
El primero porque sabía que no lo tenía controlado,
habían cosas que, aunque eran obvias, se me iban de la cabeza.
Y, el segundo, porque tendría que realizarlo ya no solo delante de la profesora
sino delante de todos los compañeros y, esta vez,
no estaban permitidos los fallos ni fijarse en otr@s compañer@s
o tener la hoja con los pasos a seguir delante.
Ni qué decir tiene que conforme me entregaron el examen
me quedé bloqueada y en blanco.
¡¡De pronto no recordaba nada!!
No sabía dónde meterme... 
Levanté la cabeza, respiré profundo y me tomé unos minutos,
necesitaba relajarme un poco e intentar recuperar la calma.
Fui saltando preguntas y respondiendo las que me parecieron más fáciles y
después volví sobre aquellas en las que me había quedado totalmente en blanco.
Pero ni modo.
Creo que las contesté mal. :(
La parte práctica fue otra cosa, 
a pesar de los nervios y de que mis manos temblaban, 
conseguí realizarlas a la perfección.
Me centré en mis manos y en la parte a tratar de la persona que me correspondía 
e hice todos los movimientos y todos los pases 
sin saltarme ninguno y en su orden exacto. 
No podía haberme salido mejor. 
¡¡Qué alivio sentí al finalizar!!
¡¡Menuda presión!!


¡¡Y esto no ha hecho más que empezar,
me queda todo el curso y unos cuantos exámenes más!!

viernes, 20 de octubre de 2017

Romería de San Crispín


¡¡Hola a  tod@s!!
Este fin de semana (22 de Octubre) se lleva a cabo la celebración 
de la festividad de San Crispín, 
el patrón de los zapateros, 
muy señalada en mi tierra desde hace muchísimos años y, 
sobre todo para aquellas personas que se dedican al calzado, 
y quiero compartirla con vosotr@s. 
Resaltar que, no sólo aquí, en Elche, se le festeja. 
Sino que hay más municipios y países que la llevan a cabo.


 Los gremios de artesanos llevan siglos venerando dicha festividad. Desde Northampton en Inglaterra, Florencia en Italia, Soissons en Francia hasta Inca en Mallorca junto con Elche en Alicante, miles de hombre y mujeres cumplen con tradiciones antiquísimas para rogar por su trabajo y profesión. 
 
La leyenda data del año 285. La historia cuenta que durante esta época, dos hermanos romanos llamados Crispín y Crispiniano fueron enviados a evangelizar las Galias. Para mantener su fe cristiana y no ser onerosos a su comunidad, los nobles hermanos ejercían el oficio de zapateros. Asentados en su oficio e intentando evangelizar aquellos pueblos, llegó la persecución del emperador Diocleciano a los cristianos. Tras soportar estoicamente diversas atrocidades, ambos hermanos fueron decapitados, lo que les convirtió en San Crispín y San Crispiniano, considerados los apóstoles del Norte de Francia.



Misteriosamente, la figura de San Crispiniano se eliminó para crear 
los orígenes de esta fiesta de Elche. 


La primera romería de San Crispín data del año 1951. 
Organizada por el Sindicato Vertical de la Piel, 
consistía en trasladar la imagen del Santo desde la Ermita de San Crispín 
hasta la Basílica de Santa María. 
Los portadores eran los delegados del Sindicato, 
integrado por obreros y patronos de la industria del calzado. 


Una tradición que consiste en la costumbre de recoger unas chinchetas -clavos de pequeño tamaño con los que se entachaba el calzado- «bendecidas por el patrón» como símbolo de prosperidad y trabajo. 



Hoy la fiesta sigue celebrándose, aunque con algunas modificaciones. 
Desde 2008, los actos comienzan la víspera del día de la romería 
con una ofrenda de flores al Santo desde la Plaza Barcelona
 hasta la Iglesia Madre de Dios. 
A la mañana siguiente, día en honor a San Crispín, 
parte desde la Iglesia Madre de Dios la tradicional romería, 
cuyo destino es la Ermita de San Crispín. 
Allí se celebra una misa y tras el acto, el reparto de los típicos clavos. 
Al exterior de la ermita se instalan diversos puestos de coca, 
 manzanas caramelizadas, berenjenas y turrón.


Cada año son más las visitas y devotos los que acompañan al santo 
y recogen los clavos, se dediquen al calzado o no, con la esperanza de que éstos les traiga prosperidad y abundancia en el trabajo.

Como ilicitana, cada año, me acerco a la ermita y cumplo con la tradición y disfruto 
del buen ambiente que suele reinar. 
Os invito a que os acerquéis y disfrutéis de esta tradición tan nuestra.




¡¡VIVA SAN CRISPÍN!!